Alita (09 de Agosto del año 1096 d.C.)

09 de Agosto del año 1096 d.C.
(Hace 27 días) De: Alita Para: todos
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Druida bárbara
Alita

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Campaña de Irlanda y Panteón del gran Chesoj

¡Oh, Valquirias del Walhalla! La luz abre las sendas del mar y nos guía hacia poniente. ¡Odín! ¡Tú que nos esperas en el gran palacio de las mil puertas! ¿Quizá ha empezado el combate final de tus espadas contra el mal de Loki con sus cien mil cristianos? ¿Es ya el momento del Ragnarok?
El hambre y el frío nos expulsó de los campos de hielo. Quizá el gran Yggdrasill esté ya carcomido y muera en breve. De sus raíces ya no emana el calor que da la vida, y plantas y animales se tornan cristal. Partimos hace ya varios años de nuestro Midgard buscando la tierra de los dioses, Asgard, pero sólo hallamos tierra de cristianos, que bien podría tratarse del Utgard. Dormí. Y en sueños el gran Tyr me mostró una tierra de verdes praderas, de miles de colores pintados sobre pétalos esparcidos por mullido suelo húmedo y cálido.
En mi largo viaje hallé a un cristiano, un tal Sir Rouseau, que me mostró la desidia de los cristianos. El abandono para con sus hombres. Y también a la bella y esbelta gran emperatriz de los caníbales, aquellos que se comen la carne y se beben la sangre de su dios Hristo. Ella me enseñó cómo alimentar a mis hombres y cómo se cabalgan los caballos. Y llegué a las tierras cálidas... ¡Qué ensueño! ¡Que maravilla! Allí el mar duerme, es tibio, y el oro rebosa en cada una de las playas y costas. Conocí allí a un ser de una extraña religión, Hebraico Meyer creo recordar que se llamaba. Me enseñó a coger oro del suelo. Mas esa tierra cálida enfermaba a mis hombres y debimos tornar hacia el gélido norte. Tras recoger alimentos de las tierras del caníbal rojo Joaon y sus vasallos, partimos hacia el mar, más allá de la tierra, buscando Asgard.
Mas nuestros drakkers nos llevaron, empujados por las corrientes, a las costas de la isla irisada. Allí un Príncipe de los caníbales gobernaba la mitad sur de la tierra. Decidí, por lo tanto, acabar con su dominio para evitar que Loki pudiera contar con sus espadas en la guerra contra Odín. En apenas un mes toda Irlanda estaba libre de caníbales, huyendo su Príncipe al exilio. Mas pude comprobar que sus posesiones se habían extendido por Escocia.
Tras descansar mis hombres y alimentados los caballos en estas verdes praderas, cruzamos de nuevo el mar. La quebrada Scotus estaba dominada por el anciano Chesoj, que no disponía ya de fuerzas para expulsar a los cristianos. En sus puertos nos comentaron que él se hallaba encerrado en su castillo, quizá enfermo, desde hacía más de un año. Le visité y vi como la muerte le helaba la sangre de las venas. Le hablé. Pero mis palabras no abrían las puertas de sus tímpanos, pues la tristeza, el pesar, la nostalgia, quizá la melancolía, le habían helado el corazón y nublado la mente. ¡Por Odín, que su hogar parecía Niflheim, y Chesoj cogía ya de la mano a Hela! ¿Cómo abandonar a este noble guerrero a tal destino? Tras meditarlo, ayudé a Chesoj a llegar al Palacio de las Mil Puertas. Clamé a Sjöfn que le ayudara y rogué a Vidar que guiara mi espada. En la plaza de la villa decapité al anciano, y convertí toda la ciudad en un gran drakker de fuego. ¡A buen seguro que el gran Chesoj se encuentra ya gozando con las Valquirias! El Príncipe caníbal, al ver que todos los guerreros de Chesoj se me unían, vendió sus tierras y abandonó Escocia.
Mis manos, teñidas de sangre, tiemblan. Dudo. Si es la hora del Ragnarok estamos perdidos. Los hombres del norte duermen en sus aldeas mientras Loki, vestido de blanco hielo, extiende sus huestes caníbales por todo Midgard...